No estoy segura si nos define más aquello que somos o aquello que no somos porque el vínculo con aquello que no somos puede ser tan íntimo como con lo que sí. Entonces empiezo esta nota diciendo que no soy Arquitecta, y aunque en los últimos 12 meses un puñado de personas me preguntó si lo era (será -supongo- por mi gusto por la fotografía, el urbanismo, y mi fascinación por las sombras), me pregunto si cuando algo nos mueve es importante ponerle un rótulo. No lo creo. En todo caso la Arquitectura es comunicación. Es un lenguaje, un lugar de encuentro y una posibilidad de construir algo nuevo: ciudades para la gente, como diría Jan Gehl.
Quizás es justo ahí donde reside mi interés. Entre la danza de la fotografía, las formas, las sombras y el poder de crear algo con el lenguaje de lo no dicho con palabras, con el lenguaje de la materialidad. Un interés que reside también en imaginarme más allá de lo que se puede ver con los ojos y que hace preguntarme si no será la continuación de las obras por encima de nuestra existencia lo que da entidad a la disciplina en cuestión. Su condición de perdurable la transforma en lo único seguro que tenemos en relación al devenir de las ciudades. No sabemos cómo serán las pequeñas y grandes urbes cuando ya no estemos, pero sí sabemos que hay construcciones que -en principio- durarán por generaciones, como el legado de un tiempo que supimos conocer pero en el que estábamos demasiado empantanados como para tomar distancia y analizarlo.
¿Y Norman Foster? En lo dicho sobre el devenir es donde se encuentra Norman Foster. ¿Quién es y qué tiene que ver? Norman Foster es un arquitecto británico nacido en 1950 que piensa que en la arquitectura y la tecnología está la base para un mundo sustentable. A partir de eso, diseña para las ciudades del mañana que son habitadas por el hombre de hoy. Construye sustentabilidad. Construye futuro. Un adelantado que según sus propias palabras “ya hacía arquitectura verde cuando el término aún no existía.”
Acá van tres de sus obras:
1. 30 St Mary Axe, London, UK.
Siendo el primer rascacielos ecológico construido en Londres, rompe con todo lo que conocemos como “edificios de oficina”. Según el prestigioso Building Design, “The Swiss Re tower is arguably the most important 21st century landmark in London”. (Traducción: dicen que probablemente sea el hito más importante del siglo XXI en Londres)
Como todos los proyectos de Foster + Partners, busca maximizar la utilización de los recursos naturales. Así, su particular diseño de forma aerodinámica (o de pepinillo, como lo llaman muchos -ja!-) hace que sus espacios interiores aprovechen al máximo la luz y ventilación natural (más luz natural, más ahorro energético). ¿Y cómo se traducen todas las medidas sostenibles que se usaron en el diseño y construcción? En que el edificio utilice un 50% menos de energía que cualquier construcción típica de oficinas con aire acondicionado. Y la buena noticia para sus empleados, es que hay una democratización de las impresionantes vistas a la ciudad. Básicamente a nadie le toca “la oficina oscura del fondo”, sino que cada persona que trabaja en el 30 St Mary Axe, se deleita con las cautivadoras vistas de la ciudad de las mil caras. Menudos privilegiados los que trabajan ahí, eh!
Sin dudas este edificio es un hito revolucionario y altamente innovador en el corazón del centro financiero británico.
2. Reichstag New Parliament, Berlín, Germany.
Este edificio, símbolo nacional para el pueblo alemán, es la reconstrucción de la cúpula original del Parlamento, destruida durante los bombardeos aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Por la complejidad técnica del Reichstag, podríamos decir un montón de cosas. Pero como esto no es Archdaily sino una simple apreciación de una desconocedora, me quedo con un dato que me llama poderosamente la atención, y que tiene que ver con la relación entre la arquitectura y la transparecia gubernamental: la cúpula está construida de tal forma que se puede caminar por una pasarela circular hasta arriba de todo, pudiendo ver así a los parlamentarios sesionando “abajo de todo”. Esto tiene dos grandes significados: por un lado, que el pueblo siempre está por arriba de la clase política, y por el otro, que siempre, siempre, siempre hay alguien por arriba de ellos mirándolos. ¿No les parece genial?
3. Marseille Vieux Port, Marseille, France
Finalmente, llegamos al viejo puerto de Marsella. Esta obra está buenísima como ejemplo de arquitectura aplicada al desarrollo urbanístico de la ciudad, y cómo la misma puede ayudar a integrar partes de una ciudad antiguamente desintegradas, recuperando un espacio tomado por... digamoslé “cosas turbias”, y contribuyendo así a la mejora en materia de seguridad. (Ah, y por si no quedó claro, está situada bien bien al lado del agua, por lo cual los barcos, yates y veleros casi casi que son parte de la obra).
No puedo mirar esta foto sin pensar en el fragmento de Me caigo y me levanto (de Cortázar) que dice…
¨(…) no toda recaída va de arriba a abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando ya no se sabe dónde se está. Probablemente Ícaro creía tocar el cielo cuando se hundió en el mar epónimo, y Dios te libre de una zambullida tan mal preparada”
Espero esta nota, en algún momento pase a llamarse las 4, 5 o 6 obras de Norman Foster. Eso daría cuenta, que estoy paseando por algún lugar del mundo.
Lucía.